martes, 22 de noviembre de 2011

Ranqueles clásicos

Corrían ya los últimos años del siglo diecinueve cuando desde el recientemente consolidado Estado Nación argentino y luego de cuatrocientos años de coexistencia más o menos conflictiva, se tomó la decisión de acabar de una vez por todas con "el problema del indio".
Así definida, la complicada trama de relaciones de frontera que entrelazaba los destinos de "blancos" e "indios" pasó a ser considerada simplemente como un obstáculo para la expansión de la actividad económica que el joven país optaba por desarrollar (o "sub desarrollar", vistas las condiciones de dependencia a las que nos arrastró el modelo agroexportador entonces implantado).
En un contexto como ese, el exterminio de los indígenas del sur del país les pareció a los agentes propulsores de la "modernidad" una alternativa válida y, por sobre todas las cosas, factible gracias a las innovaciones tecnológicas de la época, como el fusil de retrocarga Remington, el telégrafo y la expansión del ferrocarril.
Y así lo hicieron.
En una campaña de dos fases que comenzó en 1878, Julio Argentino Roca se dió a la tarea de ejecutar el genocidio.
Primero equipando bandas de jinetes que, armados con las modernas armas de fuego antes aludidas, entraron en combate desigual con los "indios de pelea" de los diferentes caciques. Diezmados estos por la lluvia de balas que posibilitaba el progreso, el resto fue, simplemente, un paseo, una parada militar, encabezada por el propio Julio, que a la par que reducía las tolderías, habitadas por entonces por ancianos, mujeres y niños, extendía el ferrocarril y el telégrafo, y repartía entre los poderosos los pingües beneficios de la exterminación.

Sin embargo, también hubo quienes no redujeron sus aspiraciones a destinar su estampa al billete de cien pesos, e intentaron ensayar alternativas al exterminio. Un ejemplo de esto lo constituye el señor Lucio V. Mansilla quien, haciendo gala de un gran coraje, se adentró en los dominios de los indómitos ranqueles en 1870, buscando ratificar la firma de un tratado y la forja de lazos de amistad y cooperación mutua entre criollos e indígenas.

De aquella experiencia nos ha quedado "una Excursión a los Indios Ranqueles" Libro/víctima del "Actualidad de los Clásicos" del presente posteo:



Espero que haya gustado. De a poco iré subiendo los que me quedan.

salud!